¿Hitlerización de México? y ¿Es falacia el “voto popular”?

3 semanas ago
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Por Leopoldo Mendívil López
Tetralogía por nuestra República

Esta serie de cuatro columnas consiste de cuatro partes: La Falacia del Voto Popular y la verdad sobre la República (Polibiana); ¿La Hitlerización de México?; Países que han defendido sus Repúblicas (casos Israel 2023 y Roosevelt 1937); y ¿Qué diría hoy el Creador del Amparo? y «el Artículo Maldito» (Artículo 61 – una historia de horror).

Parte 1: La Falacia del Voto Popular y la verdad sobre la República (Polibiana)

Hace cuatro meses en este espacio publiqué la columna «Claudia y La Tentación del Poder Total» (https://www.elpuntocritico.com/secretos-al-desnudo/208948-la-tentacion-del-poder-total), advirtiendo el riesgo en el que había incurrido México al entregarle todo el poder a un solo partido: la Presidencia y las dos cámaras del Congreso – escenario mundialmente conocido como «Trifecta», que ocurre cuando un grupo político, al tener en su control de estos tres cuerpos –Ejectutivo, Diputados y Senado-, puede cambiar la Constitución de un país e imponer un poder absoluto.

Hoy, 120 días después, la Trifecta en el poder está, en los hechos y a una velocidad apabullante, imponiendo cambios a la Constitución de la República que podrían, en el peor de los casos, y aunque no fuera la intención de los reformadores, llevar a la «Hitlerización» de México.

El principal de todos estos cambios es el añadir al Artículo 107 la funesta frase “no procederá el jucio de amparo contra adiciones o reformas a esta Constitución” – frase “maldita” que proviene del Artículo 61 de la Ley de Amparo de 2013, acuñado durante el Peñanietismo, de cuya historia turbia hablaremos en la Parte 4 – “El Articulo Maldito”.

(Los otros dos cambios “fatídicos” son Artículos 105: “Controversias constitucionales o acciones de inconstitucionalidad son improcedentes contra reformas a la Constitución”; y Artículo Transitorio Segundo: “Impugnaciones y suspensiones actuales quedan sin efecto”.)

El cambio al 107 implica que la Trifecta decretó para sí misma que, desde ahora, nada ni nadie podrá impedirle hacer los cambios que le plazcan en la Constitución Mexicana, por estrambóticos o terroríficos que puedan ser –el Amparo era el recurso legal, inventado por el mexicano Manuel Crescencio García Rejón, de quien hablaremos en la Parte 4, al que el ciudadano podía recurrir para “tronar” cualquier reforma empujada por los congresistas si ésta violaba sus derechos humanos –y en efecto, desde 2013, “alguien” prohibió a los ciudadanos esta opción de ampararse contra congresistas con el “Artículo Maldito” de la Ley de Amparo – el Artículo 61 o “Artículo que nunca debió existir”.

En lugar de abrogar ese artículo “malidito”, la actual Trifecta ¡lo entronizó! al subirlo a la Constitución, en el 107.

Desde un principio existió en México la posibilidad de que, en el caso de que los congresistas se volvieran locos y propusieran leyes tiránicas -así fueran mayoría-, las Cortes (Poder Judicial) pudieran frenar sus reformas, pues esa es una de las funciones de las Cortes o “Jueces” en las repúblicas: evitar excesos o abusos por parte de –entre otros- los congresistas.

La actual Trifecta le ha puesto un nombre a sus reformas que “supremizan” su poder para inyectar futuras reformas a la Constitución en forma inimpugnable: “Supremacía Constitucional”.

¡Pero en realidad deberían llamarse “Supremacía del Poder Legislativo”! O en todo caso “Supremacía del Constituyente” –si fuera un Congreso Constituyente-. Lo que ahora es supremo no es la Constitución, sino el poder para cambiarla.

Ahora los congresistas pueden hacer de ella lo que quieran, incluso transformarla en un Frankenstein, sin que nadie los pueda detener.

¿Acaso la Trifecta de junio de 2024 se acaba de auto-entronizar como poder absoluto en México, al auto-otorgarse la capacidad para tranformar así la Constitución como si fuera plastilina?

Y si así fuera… ¿cuál sería el propósito final? ¿Hay algún propósito encubierto, o lo hicieron con una buena intención?

¿Para qué buscaron obtener estos poderes absolutos para modificar la Constitución? ¿Sólo para lograr que pase la «Reforma Judicial»?

¿O acaso existe otra modificación que “tienen en mente”, una modificación que aún no hemos visto? ¿Para qué abrieron esta compuerta? ¿Detrás existe un plan para “Hitlerizar” a México?

Para no alarmarnos sin justificación, tendríamos primero que conocer qué fue la “Hitlerización”.

La palabra técnica para la “Hitlerización” fue “Gleichschaltung”, que puede traducirse como «sincronización», o “acumulación del poder”.

En resumen: la Gleichschaltung comenzó el 30 de enero de 1933, cuando Hitler llegó al poder en la llamada “Machtergreifung” o «toma del poder». A partir de ese día, el clan Hitler-Goering inició el proceso de acumulación del poder a una “velocidad espeluznante”. El primer paso fue, al mes de estar al mando, convocar a un plebiscito para obtener la mayoría absoluta en la Cámara o “Reichstag”.

Una vez logrados los 288 votos que necesitaban para imponer los cambios que quisieran a la Constitución germana, comenzó la catarata de reformas que acabaron con la democracia en Alemania.

Decretaron -con el pretexto de un incendio que atribuyeron a «terroristas»-, la hoy famosa «Ley Habilitante», que dio a Hitler poderes extraordinarios para tomar decisiones sin tener que pedir permiso al Congreso; acto seguido, prohibieron la libertad de expresión y la posibilidad de reunirse en grupos; desaparecieron al partido católico –Zentrum- y al partido comunista, y a los sindicatos libres y a las organizaciones libres de artistas; en 1935 decretaron el servicio militar obligatorio y al final acabaron forzando a la población a pagar impuestos especiales por 276 mil millones de marcos para fabricar armamento y enviaron a cuatro millones de jóvenes a morir en la Segunda Guerra Mundial.

LA FALACIA DEL “VOTO POPULAR” Y LA VERDAD SOBRE LA REPÚBLICA

El argumento estrella de la “Trifecta 2024” para justificar su probablemente muy bienintencionada reforma “supremacista” -la “Constimorfosis”- es que el día 2 de junio de 2024 la población mexicana les dio el poder virtualmente absoluto al otorgarles el 59.76 % de los votos, y que en México, al ser una democracia, el voto popular es la fuente suprema del poder.

Es verdad que obtuvieron el 59.76 % de la votación y que son la mayoría indiscutible en el Congreso, pero es falso que el voto popular sea el “poder supremo” en México.

Los que afirman que lo es, no recuerdan la historia ni lo que es la “República”.

Confunden “Democracia” y “República” – que NO son lo mismo.

México no es una “democracia” a secas, sino una «República».

Tiempo de ir hacia atrás en el tiempo, a la historia.

¿Qué es la República?

La República Mexicana, al igual que la mayoría de las repúblicas existentes en el mundo moderno -90 países-, está constituida bajo el modelo definido por Montesquieu, James Madison, John Locke, y mexicanos como José María Morelos y Manuel Crescencio García Rejón –creador del recurso de Amparo que hoy está incorporado en la mayor parte de las constituciones de los países de Latinoamérica y es referente en el mundo entero-; y este modelo de “República” proviene a su vez de la Antigua Roma, y quien documentó ese modelo romano fue un griego de la ciudad de Megalópolis, en Arcadia: Polibio.

Polibio de Megalópolis (198 –118 aC) escribió su libro “Historias” habiendo vivido la catastrófica guerra de Roma contra Macedonia, en la que Megalopolis y el resto de las ciudades del sur de Grecia, “aqueas”, se pusieron del lado de Roma.

Roma acabó derrotando y absorbiendo a Macedonia -y a su rey Perseus (descendiente de Antigonus I `Monophthalmus’, el amigo de Alejandro Magno), y acto seguido, en el 168 aC, los romanos se llevaron presos a mil aqueos “sospechosos”, para mantenerlos como rehenes en Roma.

Uno de ellos fue Polibio –quien era “Hipparcus” o jefe de caballería de los Megapolitanos-. Otro fue su padre, el embajador Lycortas. Los romanos sabían que Lycortas había advertido que Roma se iba a quedar con toda Grecia.

Ya en Roma, Polibio se volvió amigo del general romano Lucius Aemilius Paullus Macedonicus –el que había vencido a Macedonia-, y del hoy famiso Escipión –el estratega que venció a Aníbal en Cartago-. Polibio fue el asesor de Escipión en esa guerra contra los fenicios.

Lo importante es que Polibio observó y vivió en su propia carne un fenómeno sin precedentes que cambió la historia: observó cómo los romanos se apoderaron del mundo en menos de cincuenta años.

Esto es lo que escribió en su libro “Historias”. Lo que se preguntó por encima de todo fue: ¿En qué consiste el éxito de los romanos? ¿Cómo es que se están extendiendo tanto, apropiándose de tantas naciones? ¿Cuál es su fórmula, su secreto?

El secreto era la “República.”

El mundo había vivido siglos de catástrofes, de tiranía y de oscuridad. Antes que Polibio, filósofos como Platón y Aristóteles habían estudiado exhaustivamente las diferentes formas de gobierno que habían existido en el mundo, como la monarquía, la aristocracia y la “democracia”: los pros y contras de cada uno de esto sistemas.

Todos coincidían en una cosa: los sistemas políticos, que se resumían en monarquía, aristocracia y democracia, siempre, fatalmente, acababan autodestruyendose.

La monarquía, o gobierno de un solo hombre, acababa siempre degenerando en tiranía y en horror. La aristocracia, o gobierno de los más educados y “sabios”, acababa siempre convirtiéndose en oligarquía, o gobierno de un hampa.

Y la democracia, o “gobierno del voto popular”, acababa siempre transformada en una dictadura disfrazada, en la que un tirano oculto o una oligarquía oculta manejaban a la población por medio de la manipulación y la propaganda, utilizando a la democracia como una cortina para oprimir a esa misma muchedumbre manipulada.

El propio Polibio llamó a ese estado de degeneración de la democracia con la palabra “Oclocracia” o «gobierno de la turba».

Un ejemplo de «Oclocracia» era cuando Esparta, por medio de agentes propagandistas encubiertos, manipuló a los atenienses para que votaran contra su propio líder Temístocles y votaran por Cimón, que era un títere de Esparta; y cuando Cimón estuvo a cargo de Atenas, cumplió su función de asignar a Esparta cuatro mil jóvenes atenienses que sirvieron como carne de cañón en las guerras espartanas contra Persia. Las madres atenienses eran las que pagaban recibiendo los cadáveres de sus hijos.

Cuando la democracia –en cualquier lugar- llegaba a cierto momento de evolución –estudió Polibio-, la población caía en manos de propagandistas y manipuladores, y comenzaba a votar a favor del tirano oculto -quien fuera-, el cual primero alegraba a las masas destruyendo a los ricos y repartiendo dinero, y, una vez consolidado en su poder, comenzaba a explotar a las masas mismas, enviándolas a las guerras, exprimiendolas con impuestos extraordinarios, expropiándoles sus casas o ranchos, y arrestándolos por delitos no cometidos -o incluso exigiéndoles a las hijas o esposas para derechos sexuales-, sin que el pueblo tuviera ahora ninguna otra instancia que pudiera defenderlo, pues los aristócratas ya estaban eliminados.

El triste destino tanto de la monarquía, como de la aristocracia y de la democracia era siempre y sin excepción autodestruirse –y esto lo demostraba la historia.

Cualquier sistema de gobierno tendía siempre a corromperse y destruirse -por una especie de entropía-, y Polibio llamó a este fenómeno «Anaciclosis» – tema estudiado en el futuro por incontables de teóricos políticos como Nicolás Maquiavelo, el presidente americano John Adams, Vilfrido Pareto y Oswald Spengler.

Pero… ¿Qué es lo que Polibio vio en Roma que lo asombró tanto, y que explicaba la espectacular expansión de Roma, de la cual él fue testigo, e incluso asesor?

¿Cuál era el “secreto de Roma”, su fórmula mágica para “conquistar naciones”?

El secreto era la “República”.

La “República” era la razón del éxito de Roma: el invento más importante que los romanos dieron al mundo. ¿Pero qué era la “República”?

En sus propias palabras, en el Libro Sexto de “Historias”:

“¿Cómo Roma conquistó el mundo? […] ¿De qué manera y bajo qué tipo de constitución sucedió que casi todo el mundo cayó bajo el poder de Roma en algo menos de cincuenta y tres años, un evento ciertamente sin precedentes? […] las repúblicas griegas una y otra vez han alcanzado la grandeza y han caído en la insignificancia […] Pero con respecto a los romanos […] distinguen tres tipos de constituciones, realeza, aristocracia y democracia. […] debemos considerar como la mejor constitución la que participa de estos tres elementos […] por el ejemplo de Licurgo, que fue el primero en construir una constitución, la de Esparta, sobre este principio.”

En otras palabras: el éxito de Roma fue que combinó los tres sistemas: monarquía, aristocracia y democracia.

Esa fue la «fórmula perfecta” para crear el sistema político perfecto: un sistema mixto.

Cuando se combinaban los tres sistemas, el Estado total estaba vacunado contra la autodestrucción que conllevan tanto la monarquía como la aristocracia y la democracia. Cada sistema compensaba los defectos de los otros dos.

La parte elegida democráticamente o por «voto directo» (Comitia Centuriata, Comitia Curiata y Cónsules); impediría que los aristócratas y nobles (Senado y Jueces) se convirtieran en una oligarquía o “hampa”; éstos a su vez, por medio del “veto” podrían evitar que el pueblo se autodestruyera o «suicidara» votando sin saberlo a favor de un tirano oculto que en el futuro los aplastara.

Los romanos crearon incluso una figura especial para defender a los pobres contra cualquier abuso por parte de la autoridad, cargo que se llamó «Tribuno de la Plebe» –“Tribunus Plebis”-, como contrapeso para frenar o limitar al Senado y a los magistrados.

Era un sistema donde todo se equilibraba con todo, en el cual nadie podía tener el poder absoluto. Incluso los cónsules eran dos en vez de uno precisamente para que ningún hombre pudiera imponer su voluntad sobre los demás.

(Dos de los Tribunus Plebis fueron en su momento asesinados por ejercer su tarea, por parte de Senadores – Tiberio y Cayo Graco).

Éste fue el sistema de los romanos y el secreto de Roma. La República Romana era la combinación de los tres modelos. Si se combinaban, estos se compensarían entre sí, impedirían la autodestrucción y autocorrupción de la sociedad, se tendría lo mejor de todos los mundos y se evitaría la Anaciclosis.

Y esto fue lo que Polibio registró para la posteridad en su libro “Historias”, libro que acabó influyendo a John Locke, al Barón de Montesquieu y a James Madison, ocasionando la Revolución Francesa y el nacimiento de los Estados Unidos; y a mexicanos como Morelos y Manuel Crescencio García Rejón, quien bajo estos principios creó el Recurso del Amparo, la Constitución Republicana de 1824, la Constitución de Yucatán en 1841, y la defensa de la independencia del Poder Judicial.

Es triste que, en su momento, específicamente en el año 44 a. C., la República Romana vivió su fin. Se autodestruyó. Vivió su propia Anaciclosis.

El cónsul Julio César -uno de los dos cónsules en esa democracia republicana- regresó de haber conquistado las Galias, es decir «Francia», y quiso el poder absoluto.

El otro cónsul, Pompeyo, le exigió que no entrara a Roma con todo su ejército, pues temía que diera golpe de estado, lo cual hizo. César lo venció y se aseguró de que se le asesinara.

César se apoderó del gobierno e inició una «Hitlerización» o “Gleichschaltung” de Roma – una acumulación del poder alrededor de su persona. Cambió las leyes y usurpó las funciones de la Comitia Centuriata; se autodenominó “dictator perpetuo” y ordenó que el mes Quintilis se llamara “Julio” debido a su cumpleaños.

Mandó matar a cientos de adversarios políticos y envió a la mafia de Roma a atormentar a su crítico Cicerón – los cuales vandalizaron la casa de éste, amenazando de muerte a su familia.

La única forma de detener a César fue asesinándolo.

Setenta senadores que antes habían estado adulándolo por temor, se encargaron de fulminarlo ese mismo año 44 aC y luego ellos mismos fueron asesinados.

La República Romana se derrumbó y el sueño romano se descuartizó, principalmente porque el pueblo no hizo nada para impedir estos acontecimientos mientras ocurrían frente a sus ojos.

Su mundo fue destruido y acabó sometido a emperadores corruptos, degenerados y psicópatas que terminaron por llevar al Imperio Romano de Occidente a su fin en el año 476.

En la Parte 3 de esta serie analizaremos a los países que defendieron a sus Repúblicas (casos Israel/Netanyahu 2023 y USA/Roosevelt 1937), cuando naciones enteras se levantaron masivamente para protestar e impedir que sus gobernantes socavaran los equilibrios de sus Repúblicas en aras del egocentrismo y de la acaparación del poder; en la Parte 2, la “Hitlerización”: el paso a paso de la Acumulación del Poder de los nazis; y en la Parte 4, lo que el creador del Amparo, Manuel Crescencio García Rejón, diría hoy sobre el Artículo Maldito (Artículo 61– acuñado durante el Peñanietismo en el 2013 – y su historia mortal que podría terminar en destruir la libertad y la República en México).

En resumen: la República democrática moderna que hoy es el sistema de gobierno en 90 países del mundo está basada en el modelo de Polibio, Locke, Montesquieu, Madison, Morelos y García Rejón; y en este modelo de República el voto popular NO ES la fuente única del poder supremo. El voto popular es sólo uno de los tres componentes.

El voto popular, por diseño desde la República Romana, debe ser acompañado y asistido por la opinión de los sabios o “aristocracia tecnocrática”; y eso es lo que defendió Benito Juárez cuando defendió la República, y Benito Juárez fue el más republicano de todos los presidentes.

Lo más probable es que la reforma «supremacista» tenga sólo las mejores intenciones. Pero abre la puerta a la tentación. Y en arca abierta… el justo peca.

“La reforma constitucional al Poder Judicial desde el principio de su proceso legislativo adolesce una serie de causas que podrían llevar a su nulidad o anticonstitucionalidad, e inclso a ser declarada inconvencional. El problema es que la Corte está aterrada. […] A partir de noviembre se retira por plazo […] el ministro Luis María Aguilar, de tal suerte que ya no se tendrían los ocho ministros necesarios para declarar nada.” – Julio Jiménez Martínez, Vicepresidente del Colegio Nacional de Abogados «Foro México» y director del programa Contrastando Ideas.

“Con esta iniciativa […] si en la Constitución, el llamado Poder Reformador o Poder Constituyente Permanente [es decir, los congresistas] si se les ocurre poner sanciones inhumanas, pena de muerte, o esclavitud […] la Suprema Corte no va a poder detenerlos – y por tanto la Constitución no tendría sentido, pues el objetivo de la Constitución es justamente proteger los derechos humanos.” – Alan Salvador Fernández de Lara, abogado Constitucionalista y director del canal «El Constitucionalista».

“¿Podemos dejar de decirle “reforma de supremacía constitucional”? Es más bien la “reforma de supremacía mayoritaria”. – Dra Catalina Pérez Correa, División de Estudios Jurídicos del CIDE.

“Prohibirle a la Corte o al Poder Judicial hacer su trabajo… [podría causar que] si se nos ocurriera volver a la esclavitud, nadie podría impedirlo”. – Jorge Jesús Sepúlveda García, Secretario del Consejo Directivo de la Barra Mexicana en entrevista con Juan Pablo Pérez Díaz.

Leopoldo Mendívil López, autor de Secreto 1910, Secreto 1929, Secreto Azteca, Secreto Maximiliano, Secreto R – Rockefeller, Secreto Vaticano, Secreto Biblia y pronto… Secreto Nazi

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