Pueblos originarios y la preservación del medio ambiente

3 meses ago
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Luego de dos semanas muy intensas en las que, por una parte, pude observar que las campiñas en las afueras de Madrid tienen un magnífico estado de conservación, a pesar de que han pasado muchos siglos de la ciudad cuyo símbolo es un oso comiendo de un madroño, me percato de que en América y específicamente en México no hay una cultura colectiva que favorezca la conservación de sus ecosistemas; comprendo que el componente cultural de la población mestiza que conforma la mayoría de los mexicanos requiere abrevar del respeto a la Madre Tierra de los pueblos originarios que, para fortuna, aún existen en nuestro país.

 

Ya la UNESCO, en palabras del ambientalista Salomón Bazbaz, tiene un programa para atender la problemática que tienen algunos pueblos originarios latinoamericanos ante la depredación de sus sitios sagrados por empresas extractoras de minerales o de gas. Pero no es suficiente porque este tipo de empresas tienen expertos en el cabildeo legislativo que, con argumentos falaces y mucho dinero para repartir, estimulan a integrantes de cámaras legislativas para que haya leyes permisivas que dañan permanentemente hábitats de la cultura religiosa tradicional.

 

El doctor Rafael Mata, miembro del Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales y docente e investigador de la Universidad de Madrid, posee un gran conocimiento sobre el componente geográfico-histórico del paisaje. Al mostrarme el Campo del Moro, aledaño al Palacio Real, y ofrecerme una lectura geohistórica del lugar circundado por el río Manzanares, fue entretejiéndome las razones de seguridad para la defensa de lo que desde hace siglos es dicho palacio, en un espacio en el que anteriormente hubo un alcázar árabe. Este académico español de raíces familiares franquistas y antifranquistas, respeta el paisaje cultural mexicano, porque es notable lo que aún sobrevive de sus expresiones dancísticas y tradiciones religiosas prehispánicas, que siguen dialogando con los elementos fuego, agua, tierra y aire.

 

Esto fue muy claro en la ceremonia de investidura de los Caballeros Águila que se desarrolló en el Teatro Cholula, de la ciudad del mismo nombre, que contiene elementos sagrados y que es la de mayor antigüedad que sigue siendo habitada en territorio nacional. Los danzantes de dos calpullis se presentaron para abrir los rumbos en la frecuencia mística ancestral de los toltecas.

 

En esa tarde del día 21 de junio, que correspondió al solsticio, seis hombres y tres mujeres fuimos investidos como antes lo fueron personajes como Carlos Monsiváis, Patricia Galeana, Enrique Florescano, Cristina Pacheco, Carlos Kasuga y Laura Esquivel, entre otros mexicanos.

 

Fuimos recipiendarios de una medalla de plata, un pergamino artístico y una bella escultura que representa a un Caballero Águila. El asunto es responder la pregunta de ¿qué es lo que sigue?

 

Fuera del reconocimiento, ¿Cuáles compromisos se adquieren con la investidura? Uno de ellos es el compromiso editorial, otro el compromiso de educar en el contexto de los saberes ancestrales, pero el que me parece importante es el de llegar a las acciones para que el espíritu de México se fortalezca.

 

En lo personal estoy comprometido con los pueblos originarios de América Latina y con los migrantes: hay mucho por hacer en la era del Sexto Sol.

 

Autor: Carlos Jesús Gómez Flores

 

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