MI Renacimiento

9 meses ago
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Mi renacimiento

 

Hace unos meses, concluí la obra de la historia que marcó un antes y un después en mi vida, la cual titulé “Mi renacimiento”, y que hace unos días en la Cafetería “Cafeto”, en Puebla, realicé la presentación del libro que se basa en mi experiencia sobre un accidente que afortunadamente no fue mortal, pero que lo pudo ser. Una caída de 7 metros de altura que me dejó siete huesos rotos, huesos que ni sabía que teníamos y de lo importante que son, y que, de romperse, duelen demasiado.

 

Estuve tres meses en cama, totalmente inmovilizado, y el haber vivido este episodio el mismo día que otra persona se cayó de cabeza, muy cerca de mi casa, de una altura de 3 metros y que lamentablemente falleció, y yo al haber caído del más del doble de la distancia, caí de la única forma en la que no me podía matar y que logré sobrevivir.

 

Es muy acertado lo que escribe Leopoldo Mendívil en la introducción de esta obra, refiriendo que es una “saga de amor”, y en efecto lo es. Todo comienza cuando mi familia y yo nos estábamos mudando a una nueva casa en Tepotzotlán, Morelos, y mi esposa había deja su ropa en un cuarto que estaba cerrado con llave, pero como no queríamos forzar la cerradura y era complicado conseguir un cerrajero, porque trabajan determinados días, y mi esposa ya llevaba varios días sin tener su ropa, se me hizo fácil, de manera imprudente, brincarme de una ventana del baño a la del cuarto, la cual daba hacía una milpa y frente a ésta había un surco hondo donde los campesinos trabajaban para que corriera el agua.

 

Justo donde caí, unos cuantos centímetros arriba, había rocas y en la parte de abajo había escombros, pero justo caí en la parte donde no me podía lastimar. En la ventana por la que intenté dar el brincó, había un ladrillo que la decoraba, el cual se rompió. En el libro menciono que no es que lo haya visto o que lo haya imaginado, yo lo sentí, nadie me lo cuenta, sentí clarito como una especie de ángel me acomodó el cuerpo, como diciendo “todavía no te toca”, y me dejó caer en la posición adecuada para sobrevivir.

 

Durante mi recuperación, la caída era lo único que no me dejaba dormir, al momento de conciliar el sueño, rápidamente comenzaba a tener pesadillas donde la escena principal era la caída. Era como estar viviendo de nuevo ese momento, veía cómo se rompía el ladrillo y caía, en ese momento, comenzaban los dolores y me despertaba sudando y acongojado, por lo que volver a dormir era difícil.

Ese episodio ya era parte de la recuperación, comencé a trabajar en esos episodios con meditaciones que realizaba con Rafael Aluni a través de Zoom, donde tenía que repetir en mis visualizaciones ese momento, pero eso que hacía resultaba con éxito, es decir, tratar de recrear en mi imaginación el episodio de la caída, pero en lugar de caer me veía entrando al cuarto, abriendo la puerta y logrando que mi esposa entrara a recoger su ropa. Y santo remedio, logré aliviar las pesadillas.

Algo que destaco y hago patente en el libro, es la importancia de la mente y el espíritu ante la posibilidad de agarrarse de ellos para sanar a un cuerpo roto, inválido, inamovible y cómo es que, a partir de los procesos mentales y espirituales, yo fui sanando.

Cuando estuve en el hospital y el saber que había posibilidades de no volver a caminar me causaba angustia y depresión. Cuando le preguntaba al médico que me atendía, a quien me gusta referir como un “Doctor House”, pero jarocho, que si volvería a caminar y me respondía que no sabía, me deprimía terriblemente, pero al cuarto día de estar ahí, me dijo que había muchas posibilidades de que volviera a caminar, ahí fue cuando me regreso todo el aliento, aunque se aproximaron meses de recuperación ardua. A mí me gusta definirme y si muero me gustaría que en mi lapida solo diga “Peregrino”, porque es en lo que más he encontrado pasión e identificación de mi ser en la vida.

Por ello, toda esta experiencia de recuperación, la quise plasmar en este libro e invito a aquellas personas que sufren algo parecido o a quienes quieran inspirar a que lean esta obra, ya que la vida está hecha de caídas y levantadas, y este escrito lo refiere bien.

César Daniel González Madruga “El siervo”

@CesarG_Madruga

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