El mártir judío de la Paz

1 año ago
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  • Y las claves de su asesinato

 

* ¿Por qué no se logra la paz en el Medio Oriente, entre los judíos y los palestinos?

* ¿Alguien se opone a que se acabe la guerra?

* Las negociaciones secretas

 

Leopoldo Mendívil López

Autor de Secreto R (Rockefeller), Secreto Maximiliano, Secreto Vaticano, Secreto Azteca, Secreto Biblia, Secreto 1910.

 

 

Seis de los ex jefes de la agencia estatal israelí GSS o Shein Bet decidieron hablar y explicar al mundo lo que está pasando.

Lo que sigue es una historia homérica, un drama épico, una tragedia griega: una historia de valor y de sueños, y también de mezquindad y bajeza y maldad. La mayor parte de los judíos quiere la paz y la coexistencia con los palestinos; y lo mismo quieren la mayor parte de los palestinos.

Entonces ¿quiénes son los que quieren la continuación interminable de la guerra?

¿En dónde se reúnen?

El mayor mártir judío de todos los tiempos es Jesús de Nazareth. Murió para traernos la paz.

En nuestros tiempos hay otro judío que también fue asesinado por buscar paz.

Fue el Primer Ministro de Israel, y lo mataron. Logró la paz en Medio Oriente, cosa que parecía imposible. Firmó la paz. Logró que sus propuestas las aceptara su contraparte, el “invencible” líder palestino Abu Ammar –Yasir Arafat-. Logró que se firmara la paz en el jardín de la Casa Blanca, con Bill Clinton sonriéndoles a ambos.

Se había logrado un sueño de décadas; ¡por fin había terminado la guerra!, después de veinte mil muertos resultantes de incontables invasiones terrestres por parte de Israel y de virulentos contraataques terroristas palestinos que comenzaron desde 1948 cuando se creó el Estado de Israel en medio de un mundo islámico.

Ahora era el día 13 de septiembre de 1993, hace treinta años.

Ese día, en el soleado Rose Garden de la Casa Blanca, los tres estadistas: Isaac Rabin, Yasir Arafat y Bill Clinton, acompañados por sus tres ministros de exteriores e intermediarios, Shimon Peres, Warren Christopher, Mahmoud Abbas, Uri Savir y Thorvald Stoltenberg –artífice del acuerdo y padre del actual jefe de la OTAN- hicieron ante las cámaras y ante el público del mundo lo se había pensado irrealizable: daban por terminado un conflicto que muchos otros habían llamado “irresoluble”.

En verdad, el historial de los intentos fallidos para lograr esa paz en el Medio Oriente era denso: la Comisión Peel de 1937 que enfadó a judíos y a palestinos; la Comisión Woodhead de 1938 que resultó en el deseo de Inglaterra de abandonar el confictivo territorio y “lavarse las manos” como Poncio Pilatos; la Conferencia de Londres de 1939 convocada para que judíos y palestinos se pusieran de acuerdo en cómo gobernar el Canán cuando Albión se fuera (Inglaterra); el White Paper derivado de ésta que causó la rebelión judía de 1939 (el movimiento terrorista o de resistencia Etzel/Irgún del que surgieron los futuros líderes Menachem Begin e Isaac Shamir – movimiento calificado como terrorista por el Comité Anglo-Americano de Investigación, y que se levantó contra el Mandato Británico después de que el White Paper obligara a los judíos a limitar su inmigración a sólo 75,000 desde Europa); el plan de la ONU de 1948 que nunca se cumplió y que dividía el territorio del Canán en una parte para los palestinos y otra para los judíos; la Resolución 242 de 1967, etc…

Después de tantos esfuerzos tan titánicos y tan desastrozamente fallidos, ahora, por fin, Yitzak Rabín, Primer Ministro de Israel, y sus acompañantes declaraban la paz.

No podía ser mejor. Yitzak Rabin tomó el micrófono y lo dijo, mirando a Yasir Arafat: “Basta ya de sangre y lágrimas. Suficiente. No tenemos ningún deseo de venganza. […] Hoy damos una oportunidad a la paz y les volvemos a decir: basta. Oremos para que llegue el día en que todos digamos: Adiós a las armas. […] Señoras y señores, ha llegado el momento de la paz.”

Pero el 4 de noviembre de 1995, cuando Rabin estraba entrando a su auto en la Plaza Reyes de Israel en Tel Aviv, tras celebrar que debido a los acuerdos con los palestinos había recibido el Premio Nobel de la Paz –junto con Arafat y con Shimon Peres-, una bala calibre .38 ACP se le clavó en su abdómen. Inmediatamente después le entró otra al pecho. Su guardaespaldas Yoram Rubin intentó empujarlo dentro del coche pero a él mismo le tocó el tercer disparo.

Cuando el vehículo llegó al hospital habían pasado ya diez minutos. Yitzak Rabin ya no respiraba ni tenía pulso. Murió en el Ichilov Hospital a las 11:02 pm.

La conmoción paralizó a todo el país. Israel estaba en llamas. Miles de judíos aparecen en las fotografías de esa noche llorando. En su bolsillo los policías encontraron un papel doblado y mojado en sangre: la letra de la canción «Shir LaShalom», la “Canción para la Paz”.

¿Quién asesinó al Primer Ministro? ¿Lo mataron por firmar la paz? ¿Por terminar con la guerra?

Hace unos días, Leo Zuckermann, en su programa “Es la Hora de Opinar” del 9 de octubre, comentó: “Te doy un ejemplo donde [los terroristas] se salieron con la suya, y fueron los extremistas judíos […] cuando asesinaron a Yitzak Rabin [en 1995], y que ahí se paró el proceso de paz de Oslo, porque Rabin era el único […] [lo hicieron] desde dentro y azuzados por Benjamín Netanyahu, que era el líder de la oposición en ese entonces”.

¿Quién disparó?

El que disparó la Beretta 84F fue un chico que tenía veinticinco años, ultra nacionalista judío que acudía a mítines como los que dirigía Benjamín Netanyahu, el opositor a Yitzakh Rabin, donde algunos llevaban carteles ofensivos contra Rabin, al que llamaban “Traidor” por haber hecho la paz con los palestinos.

Este chico, Yigal Amir, hizo su servicio militar en las Fuerzas de Defesa Israelíes y fue adoptado por el movimiento sionista para jóvenes Bnei Akiva mientras estudiaba computación.

Al enterarse de los acuerdos de Oslo –y luego contaremos por qué los acuerdos de paz se negociaron en Oslo, fuera del radar de las elites israelí y palestina, y en absoluto secreto-, el joven Yigal Amir se enfadó con el Primer Ministro, a quien consideró un «vendido». (Esto a pesar de que el acuerdo era realmente mucho más favorable para Israel que para Palestina).

Yigal Amir tomó el autobus y organizó marchas de apoyo a judíos que se estaban instalando en zonas palestinas en Hebrón, acompañado en ocasiones por su amigo Avishai Raviv, el cual fue grabado subiendo carteles que mostraban a Yitzakh Rabin con las “SS” nazis.

A este amigo –según algunas fuentes que luego fueron refutadas por la Corte- le contó pormenorizadamente todos sus planes para matar al “traidor” Isaac Rabín –así lo consideraba Yigal Amir.

Le contaría por ejemplo que quería acabar con Rabin en el memorial del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén, o en el hotel Nof Yerushalayim, o en la inauguración de la vialidad Kfar Shmaryahu en Tel Aviv.

Pero aquí comienza lo extraño. ¿Quién era realmente ese Avishai Raviv? ¿Era realmente un “amigo”?

El informativo Haaretz de Israel del 20 de noviembre de 1995, publicado sólo dieciséis días después del asesinato, dio a conocer lo siguiente: «שמו של יגאל עמור הועבר לשב»כ כמה שבועות לפני רצח רבין” – “El nombre de Yigal Amir fue transmitido al GSS pocas semanas antes del magnicidio de Yitzhak Rabin” (Nota de Eitan Rabin, Reuven Shapira. Yossi Hatuni y Yossi Melman).

¿Qué es “GSS”?

“GSS” es el Servicio de Seguridad General de Israel, el “General Security Service”, o servicio de inteligencia y seguridad general interior de país, Sherut haBitaẖon haKlali, -שירות ביטחון כללי-, también conocido como Shin Bet o Shabak.

 

Es algo así como el FBI o el Homeland Security en los Estados Unidos, o la “Secretaría de Gobernación” en México. Es la agencia del espionaje interno –a diferencia del Mossad o de la CIA, que son para el espionaje externo.

¿Por qué el “GSS” tenía el nombre o ficha de este futuro magnicida semanas antes del magnicidio? Y… ¿quién se los hizo llegar?

En cuanto a su “amigo” -Avishai Raviv, de entonces 28 años- la situación resultó mucho más compleja. Era agente del gobierno. Trabajaba para el servicio de inteligencia interior, el GSS, y su nombre código ahí era “’Champaña’ – שמפניה, Shampaniyah -. ¡Era un espía!, un agente del Shin Bet, del Shabak! Así lo reveló el periodista Amnon Abramowitch.

La pregunta es ¿qué hacía el agente “Champaña” del Shin Bet al lado de Yigal Amir en las manifestaciones contra Rabin, con letreros adversos al Primer Ministro ganador del Premio Nobel?

 

¿Estaba al lado de Yigal para cuidarlo, para vigilarlo, para monitorearlo? –la función de Raviv en el GSS, por cierto, era precisamente monitorear a agitadores en movimientos de ultraderecha para prevenir incidentes peligrosos para el público-. ¿Fue acaso “Champaña” quien hizo llegar al GSS el nombre de Yigal Amir semanas antes del atentado?

Si fue así, Avishai Raviv cumplió su trabajo.

Pero en ese caso… ¿cómo demonios los del GSS permitieron que sucediera el atentado, si estaban advertidos de que el propio Primer Ministro de Israel estaba en peligro? –esto considerando o suponiendo que “Champaña” estaviera informado de los horribles planes de magnicidio de Yigal Amir, su «amigo».

Alguien muy malpensado diría que tal vez se trata de un caso tipo Oswald, y que “dejaron que ocurriera”; como si Yigal Amir fuera una especie de Lee Harvey Oswald, o un Sirhan Sirhan, o un Gavrilo Princip.

 

Nuestra vista se tiene que enfocarse ahora hacia el GSS, el Shin Bet o Shabak, el “Mossad interno”.

 

¿Acaso ocurrió algo dentro del GSS, o dentro del gobierno mismo de Israel, adverso al Primer Ministro Yitzakh Rabin? ¿Acaso alguien no quería que se llegara a la paz? ¿Alguien quería que se eternizara la guerra? -en los hechos se eternizó, tanto así que continúa justo ahora, 30 años después.

En la anterior entrega pasamos recuento de los billones de dólares que hoy está haciendo la industria del armamento en las zonas de conflicto como Ucrania y Gaza, y de las “Big Five” americanas: Raytheon, Boeing, General Dynamics, Northrop-Grumman, Lockheed-Martin, como parte del complejo paisaje de los intereses que están detrás de las guerras.

 

Es un hecho que el público israelí, que no es nada tonto, sospechó en 1995 que algo extraño pudiera estar ocurriendo. El propio Avishai Raviv fue a juicio en el año 2000, señalado por quienes lo acusaban de no haber impedido el asesinato de Yitzakh Rabin, Premio Nobel de la Paz. Raviv se defendió con la simple verdad: él hizo su trabajo.

Pero … ¿y la agencia? ¿Y el GSS?

En 1995, tras regresar de París para toparse con la conmoción del asesinato, el director del GSS, Carmi Gillon, renunció. Entregó su renuncia al que quedó como Primer Ministro: Shimon Peres –el otro receptor del Premio Nobel junto con Arafat y Rabin-. Pero Shimon Peres se la rechazó.

Gillon permaneció en el Shin Bet y posteriormente, en el 2010, fue contactado por un director de cine que deseaba revelar los secretos más “profundos” del “FBI” o «Homeland Security» de Israel: el Shabak, el GSS, el Shin Bet, en cuanto al conflicto “irresoluble” de Palestina.

Gillon inicialmente dudó pero se convenció de participar cuando vio que los demás ex directores del GSS ya se habían subido al proyecto de Dror Moreh: Ami Ayalon, Carmi Gillon, Avi Dichter, Yaakov Peri, Avraham Shalom y Yuval Diskin. Todos estaban dispuestos a hablar.

Los ex directores de la agencia más poderosa de la inteligencia interna de Israel decidieron confesar cosas tremendas por el bien de la democracia en Israel, y por la paz y la estabilidad del mundo; cosas que conmocionaron y siguen conmocionando al público en Israel y en el planeta.

En entrevista a The Economist, el director del audaz filme, Dror Moreh, dijo que tras hablar con todos los ex jefes del Shin Bet, tuvo una cosa clara:

Netanyahu «representa una gran amenaza a la existencia del Estado de Israel». Dijo que Netanyahu intenta «cambiar el punto de vista de los jóvenes israelíes. Contarles una historia del conflicto palestino-israelí que no se ha contado antes».

Los directores del GSS decidieron hablar sobre quiénes están detrás de impedir que se logre la paz en el Medio Oriente.

Lo que revelan es atroz: ellos mismos, jefes del espionaje en uno de los países más avanzados en sistemas de inteligencia, han sido presionados por fuerzas mucho más siniestras dentro del entramado del poder en el mundo.

El embajador de Israel en Washington –Michaell Oren- deploró la pelicula. Netanyahu, según informa CNN, “no verá la cinta”.

En las próximas entregas: “El mártir islámico de la paz” – También hubo un Yitzakh Rabin en Egipto. Su nombre: Anwar Sadat, asesinado por radicales islámicos por buscar la paz -. Y hubo también un martir de la paz en Palestina, asesinado por radicales palestinos. Su nombre: Issam Sartawi, asesinado por buscar la paz.

¿Quién es al final y en realidad quien no quiere que llegue nunca la paz? ¿Quiénes son?

 

 

 

Leopoldo Mendívil López

Autor de Secreto R (Rockefeller), Secreto Maximiliano, Secreto Vaticano, Secreto Azteca, Secreto Biblia, Secreto 1910.

POST DATA:

Yitzakh Rabin (1922-1995) representa a los millones de judíos en el mundo que buscan la paz.

Partes del mensaje del Primer Ministro Israelí Yitzakh Rabin el 13 de septiembre de 1993:

 

“Basta ya de sangre y lágrimas. Suficiente. No tenemos ningún deseo de venganza. […] Nosotros, como ustedes, somos personas que queremos construir un hogar, plantar un árbol, amar, vivir junto a ustedes en dignidad, en empatía, como seres humanos, como hombres libres. Hoy damos una oportunidad a la paz y les volvemos a decir: basta. Oremos para que llegue el día en que todos digamos: Adiós a las armas.

“Deseamos abrir un nuevo capítulo en el triste libro de nuestras vidas juntos, un capítulo de reconocimiento mutuo, de buena vecindad, de respeto mutuo, de comprensión. Esperamos embarcarnos en una nueva era en la historia del Medio Oriente. Hoy, aquí en Washington, en la Casa Blanca, comenzaremos un nuevo ajuste de cuentas en las relaciones entre los pueblos, entre padres cansados de la guerra, entre niños que no conocerán la guerra.

“Presidente de los Estados Unidos, damas y caballeros,

“Nuestra fuerza interior, nuestros elevados valores morales, se derivan desde hace miles de años del Libro de los Libros, en uno de los cuales, Koheleth, leemos:

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo:

 

“Tiempo de nacer y tiempo de morir;

 

“Tiempo de matar y tiempo de sanar;

 

“Tiempo de llorar y tiempo de reír;

 

“Tiempo de amar y tiempo de odiar;

 

“Un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

 

“Señoras y señores, ha llegado el momento de la paz.

 

“Dentro de dos días, el pueblo judío celebrará el comienzo de un nuevo año. Creo, espero, rezo, que el nuevo año traiga un mensaje de redención para todos los pueblos: un buen año para vosotros, para todos vosotros. Un buen año para israelíes y palestinos. Un buen año para todos los pueblos de Oriente Medio. Un buen año para nuestros amigos estadounidenses, que tanto desean la paz y están ayudando a lograrla, para los presidentes y miembros de administraciones anteriores, especialmente para usted, presidente Clinton, y su personal, para todos los ciudadanos del mundo: que la paz llegue a todos, a sus hogares.

En la tradición judía, es costumbre concluir nuestras oraciones con la palabra «Amén». Con su permiso, hombres de paz, concluiré con palabras tomadas de la oración recitada diariamente por los judíos, y cualquiera de ustedes que se ofrezca, pediría a toda la audiencia que se una a mí para decir ‘Amén’:

«Él hace la paz en sus lugares altos. Él hará la paz para nosotros y para todo Israel. Y dirán: Amén».”

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