La obligación moral y vital de México con los océanos

El contexto global de lo que le está sucediendo al océano, la situación crítica que afronta, su irracional sobreexplotación y la inconsciencia frente a las acciones urgentes y radicales que se deben tomar, fueron parte de los temas abordados durante la cumbre internacional sobre la protección y la preservación de mares y océanos “One Ocean Summit” en Brest, Francia.

En la inauguración, el canciller Marcelo Ebrard abordó uno de los temas más importantes en los que todos debiéramos estar hablando y no perdiendo tanto tiempo en escándalos y lucimientos estériles de egos, una gobernanza integral oceánica.

Sólo para dimensionar lo anterior, vale la pena mencionar algunos aspectos que afectan al océano, en la industria petrolera; por ejemplo, en 1947 se perforó el primer pozo petrolero en el Golfo de México; actualmente rebasaban los 33 mil 800 pozos, tan sólo en el Golfo.

Por otro lado, el océano ha sido uno de los principales mártires de la industria armamentista en donde se han detonado más de 150 pruebas de bombas nucleares, la más reciente fue una mega bomba de hidrógeno lanzada por Corea Del Norte en el 2017. El estrés que esto genera y el riesgo latente para la vida marina es incalculable.

También es alarmante la situación que se vive a causa de los monocultivos con la aplicación de grandes cantidades de fertilizantes con alto contenido de nitrógeno que escurren y son arrastrados al mar, creando zonas muertas donde desembocan. Estas zonas ya rebasan las más de 500 en todo el planeta.

En cuanto a la sobrepesca, la situación es drástica, desde 1970 se ha reducido casi 40 por ciento de las especies marinas, de acuerdo al más reciente reporte del fondo mundial para la naturaleza; y según la FAO, más del 80 por ciento de las reservas de peces de las que existen datos están explotadas al máximo, y el bacalao, el atún y el pez espada han disminuido 90 por ciento, y resalta que aproximadamente 50 por ciento de lo que se pesca es de forma “accidental” es tirado a la borda. A este ritmo, se estima que para el 2048 habrán desaparecido todos los peces en el mar.

En cuanto al plástico se refiere, el océano recibe 200 kilogramos por segundo, un total de ocho millones de toneladas al año, y se estima que 60 por ciento de las especies marinas almacenan algún tipo plástico.

Las descargas de agua residual también son preocupantes en todos los sentidos, la mayoría de plantas de tratamiento de agua en Latinoamérica no funcionan. A lo anterior, podríamos continuar un largo y desgarrador etcétera de un ser enfermo casi en su etapa terminal; no hay duda alguna que los ecosistemas costero y marinos agonizan.

En la cumbre internacional antes mencionada el canciller Ebrard reafirmó el compromiso de México con las actividades que se desarrollan en el marco de la Conferencia Intergubernamental para la elaboración del instrumento jurídicamente vinculante para la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica marina, más allá de la jurisdicción nacional (BBNJ).

Además, aseguró el compromiso del Gobierno de México para cumplir con esta importante tarea en 2022 y que dicho proceso de negociación sea plenamente compatible con las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Ese es el camino, se requiere un México líder, ambicioso y congruente de la protección de la vida submarina. Más allá y más importante que cualquier interpretación histórica, se encuentra la obligación moral de regenerar los océanos, de ellos depende la vida en la tierra y nos demuestra lo interconectados que estamos. México debe de reencontrarse con sus mares y costas, ser una nación oceánica, si hablamos de transformaciones de la nación esta debe priorizar las costas de las cuales depende ¿Estamos todas y todos los mexicanos a la altura de las circunstancias?

Nota: Agradezco a mi estimado Andrew Rhodes uno de lo principales expertos y mexicanos más comprometidos con el océano de nuestro país por ser coautor de este texto.

”El Siervo” @CesarG_Madruga y Andrew Rhodhes Espinoza