Otro tirador solitario (el caso Trump).

4 meses ago
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Otro tirador solitario (el caso Trump).
Por Leopoldo Mendívil López
Ya ni la burla perdonan. Creen que somos tontos.

La bala sólo rompió la oreja de Donald Trump, en vez de atravesarle el cráneo –en cuyo caso, la historia del mundo habría cambiado-, pero el FBI no se tardó ni 72 oras en emitir su resolución preliminar: “el tirador actuó solo”. Así lo dijo por teléfono el agente especial del FBI Kevin Rojek: “Por el momento, la información que tenemos indica que el tirador actuó solo.”
Tan sólo horas antes, el director del FBI, Christopher A. Wray dijo ante el Fiscal General de los Estados Unidos, Merrick Brian Garland: “El pueblo de los Estados Unidos puede descansar tranquilo. Estén seguros de que no dejaremos piedra sin voltear en nuestro esfuerzo para llegar al fondo de lo que ocurrió ayer” –el atentado contra Donald Trump.

Sabrá Dios cuántas piedras han volteado, pero por lo menos dos no han sido volteadas –no públicamente-: la fábrica American Glass Research y el Equipo de Rifle de la preparatoria Bethel Park.

El disparo contra la oreja ocurrió a las 6:11 p.m. Pero minutos antes, varios integrantes del público en la granja Butler, Pennsylvania, comenzaron a observar a un extraño sujeto que se arrastraba en el techo del edificio ubicado 130 metros hacia el norte: una misteriosa fábrica de vidrio. Uno de estos testigos es Greg Smith.

Greg ha dicho a multitud de medios informativos que vio a una persona armada en el techo de dicho edificio, y que él y otros del público alertaron a los oficiales de seguridad. Cada hora se suman más y más testigos que corroboran lo que dice Greg. Hay videos donde se ve a ese joven reptar sobre ese techo, a la vista de todos.

Así fue. Los oficiales fueron alertados. ¿Cómo es que el sujeto de aquél techo pudo permanecer ahí, sin ser molestado por nadie, con tiempo suficiente para efectuar su tiroteo contra Trump?

Esto sin considerar que ese techo era el único a la redonda en todo ese vasto y despoblado terreno rural en el oeste de Pennsylvania.

El otro techo, justo detrás del escenario de Trump -llamémoslo techo sur-, era donde estaban apostados los francotiradores del Servicio Secreto de Donald Trump –sujetos SWAT armados con rifles de alto alcance, encargados de cuidar a Trump y “monitorear” la periferia.

¿Cómo es que estos cuatro sujetos no vieron al individuo que estaba arrastrándose en el otro techo, mientras las personas del público sí lo vieron?

Ahora veamos lo que dicen las “autoridades”.

El Sheriff del condado de Butler, Michael Slupe, por extraño que parezca, concuerda con la versión de los testigos.

Dice que en efecto, sus oficiales fueron avisados de que había una persona extraña en las inmediaciones, pero que “no había arma”. Para cuando se les informó que el sujeto estaba en el techo, ya tenía arma, y se le podía ver perfectamente desde el pastizal contiguo.

¿Cómo llegó esa arma al techo? ¿En qué momento? Estas son las preguntas que hoy se hace a sí mismo el Sheriff Slupe. Él mismo se las hizo a los medios The Globe y Mail.

Les dijo a los medios: “Yo mismo me lo pregunto”.

Cuando por fin el personal de la policía, atendiendo a las muchas advertencias por parte de los asistentes al evento –todo esto mientras Donald Trump estaba hablando-, acudieron a ese otro techo -el «techo norte»-, para “arrestar” o “detener” al sujeto de la azotea, el oficial se asomó y fue detectado por el joven Thomas Matthew Crook –el “tirador solitario”- quien le apuntó a la cara.

Consecuencia: el oficial, asustado, se dejó caer, para que el veinteañero Thomas no le volara el rostro. Pregunta: ¿Acaso ni este oficial ni sus compañeros, en esos instantes, transmitieron por radio a los hombres el techo sur que había un problema en este edificio contiguo –a los del Servicio Secreto?

¿Los del Servicio Secreto no se dieron cuenta de este zafarrancho grotesco que estaba ocurriendo en el techo norte, con media docena de personas gritando en el pastizal que había una persona armada reptando esa azotea?

No. (No se sabe aún). Si los del Techo Sur recibieron el aviso, tardaron bastante en empuñar sus armas. El joven Thomas Matthew Crook, de veinte años, víctima de bullying en la Bethel Park High School, premio en el concurso de Ciencias de Ingeniería y supuestamente “rechazado del Equipo de Rifle” de dicha preparatoria, tranquilamente pudo acomodar su rifle para iniciar los tiros que comenzaron exactamente en el minuto 6:11 p.m.

Un total de ocho tiros.

El mismo Kevin Rojek –el agente del FBI-, se dice “sorprendido” de que el joven Crook hubiera tenido el tiempo de disparar sin que el Servicio Secreto lo matara. ¿Qué demonios estaba haciendo realmente el “Servicio Secreto” en el Techo Sur?  Será un secreto de hoy en adelante.

Algo sabemos: no estaban viendo el Techo Norte. ¿O lo estaban viendo? Y en ese caso ¿permitieron el atentado? ¿Para qué sirven sus rifles? ¿Y sus ojos? ¿Y sus radios?

Thomas Matthew Crook se dio el lujo de lanzar no uno, sino ocho tiros. Uno de ellos mató al bombero Corey Comperatore, quien sucumbió al hacer de escudo para su familia –su hija Allyson está viva gracias a eso-. Otro tiro le rebanó la oreja derecha a Trump, y otros dos hirieron a David Dutch y a James Copenhaver.

Lo interesante aquí –y no sé si esto se trata de una de las rocas que olvidó voltear el director del FBI, Christopher A. Wray: ¿Cómo es que el Techo Norte no estaba también bajo el control del Servicio Secreto? ¿Por qué los agentes no estaban también acostados ahí?

¿No es protocolo usual en todo acto de presidentes o expresidentes, que el Servicio Secreto se posicione sobre todos los techos de la periferia del evento? «No se deja techo sin vigilancia».

En este caso sólo había dos techos: el sur y el norte. Uno de ellos fue completamente ignorado por el equipo de «seguridad» del expresidente de los Estados Unidos.

Así es. El Techo Norte quedó todo a disposición de un veinteañero “desadaptado escolar”, “rechazado del Equipo de Rifle de la preparatoria” por su “mala puntería”.

El chico Thomas se arrastró panza al suelo sobre ese techo, vestido de “camuflaje” –como si eso lo camuflajeara”-, con su camiseta del canal de Youtube “Demolition Ranch”, y nadie desde el otro techo –el Techo Sur- ¿siquiera volteó para incomodarlo con sus miradas?

Pero el informe preliminar del FBI es que “actuó solo”. Y dicen que “se continuará con la investigación hasta sus últimas consecuencias”. Ya sabemos en qué va a acabar, y cuáles van a ser las últimas consecuencias.

La situación es que Donald Trump salió vivo.

El “tirador solitario” -una especie de Lee Harvey Oswald reloaded- fue acribillado cuando ya había completado su faena –fracasadamente, por cierto-. Como en todo caso semejante, el chico ya no podrá hablar nunca.

Efectuados sus tiros, ahora sí lo mataron. Su historia ya es oficialmente un misterio que se llevó a la tumba donde justamente ahora lo están enterrando: Bethel Park, Pennsylvania. Su verdad pertenece ya al otro mundo.

Los que aman a Trump están felices, celebrando que sobrevivió. El hombre dice que está vivo “sólo por gracia de Dios” –así lo dijo en su primer post tras el atentado que sólo le afectó la oreja-. Pero yo no estaría aún tan relajado. El día 30 de mayo pasado, en medio de la turbulencia jurídica contra Trump –el presidente Joe Biden queriendo encarcelar a Trump por el caso de la pornstar Stormy Daniels-, el comunicador Tucker Carlson –afín a Trump y primer lugar en audiencias en los Estados Unidos-, tuiteó: “Esto no va a detener a Trump. Va a ganar las elecciones, a menos que lo maten antes”.

Hace minutos, este mismo Tucker Carlson acabas de decir: «no estarías loco si dedujeras que alguien ayudó a este chico.»

Y es que pocas veces se ha visto en la historia de los Estados Unidos un intento tan feroz por eliminar a uno de los rivales políticos –ya ni en el caso Jefferson vs Adams-. Han fincado al menos tres casos jurídicos graves contra Trump, con objeto de ponerlo tras las rejas –el «Russia Gate», el caso de los Documentos Clasificados que Trump se llevó a su casa, y el caso Stormy Daniels.

Y justo hoy, a horas de que el atentado contra Trump fracasara, la Juez Aileen Cannon –nombrada por el propio Trump y aliada a él, desestimó el caso de los Documentos Clasificados.

En los Estados Unidos, naturalmente, ha circulado con profusión la corriente de “no hacer teorías de conspiración”, y de “no adelantar hipótesis”, mientras el FBI adelanta que el pobre veinteañero Thomas Matthew Crook actuó solo, y ya está muerto.

El presidente Biden se apresuró a repetir prácticamente lo mismo que dijo Obama minutos antes: que no hay lugar para este tipo de violencia en los Estados Unidos -frase bastante misteriosa, por cierto-, y que este tipo de evento es el resultado del clima de violencia política. En pocas palabras, achacándole al propio Trump parte de la responsabilidad por propiciar el clima de «violencia política».

Nos puede caer mal o bien Trump, pero aquí hay bastante gato encerrado.

Es muy probable que, efectivamente, Thomas Matthew Crook actuó solo y que su movil para lanzar ocho proyectiles la tarde del sábado fuera sólo “vengarse” del bullying escolar sufrido por años, o para practicar tiro, y demostrarse a sí mismo que “sí” merecía continuar en el Equipo de Rifle de su preparatoria Bethel Park, pues su puntería no era tan mala, dado que, desde 130 metros, atinó la oreja del precandidato, y por poco le vuela el cráneo.

Al fin y al cabo, no es tampoco extraño en los Estados Unidos que un psicópata, de cuando en cuando, dispare en escuelas o centros comerciales. Los «locos solitarios» efectivamente existen, y más en ese país.

Lo que desconcierta es que el informe “preliminar” del FBI sea tan rápido en su pre-dictamen: “actuó solo”.

¿Dónde están las otras piedras que Christopher A. Wray prometió voltear antes de “llegar hasta el fondo de lo que ocurrió”?

¿Desde cuándo una investigación se concluye antes de comenzarla?

Yo propongo aquí dos piedras que nadie ha volteado: dos líneas de investigación que yo establecería como principales si estuviera a cargo de la investigación: el edificio del Techo Norte y el Equipo de Rifle de la preparatoria.

(Esto sin considerar una “primera” línea de investigación: el por qué el Servicio Secreto no se apostó desde un inicio en el Techo Norte; ¿por qué lo dejaron abandonado y a disposición de quien quisiera ocuparlo, estando localizado a sólo 130 m del podio del expresidente?)

Piedra a voltear 1: El Techo Norte.
Se resume a lo siguiente: ¿cómo le hizo el veinteañero Thomas Matthew Crook para subirse a ese techo? (y además: con un arma). Todos, cuando teníamos menos de veinte años, intentamos alguna vez –yo al menos-, subirnos a techos ajenos sin permiso, y comprobamos lo difícil que es burlar la seguridad. Más aún si llevas un rifle AR-15, y cuando se requiere de una escalera metálica para subir.

¿Cómo le hizo?

Nadie en el FBI ha anunciado siquiera el propósito de investigar a la fábrica a cuyo techo se subió el “tirador solitario”.

Recordemos el caso Kennedy -22 de noviembre de 1963-. Si aceptamos que Lee Harvey Oswald, «otro desadaptado», fue el que hizo los tres tiros mortales a Kennedy, y que los tres salieron de la ventana del piso seis del Edificio de Textos Escolares de Dallas, es importante saber que Oswald estaba ahí porque le habían dado ese empleo de acomodador de libros apenas meses atrás.

A Oswald lo ayudó el geólogo petrolero George Demohrenschildt, del Dallas Petroleum Club, tras consultar al operador de la CIA J. Walton Moore.

Demohrenschildt presentó a Oswald con la esposa de Michael Paine –empleado en Bell Helicopter, cuyo padrastro, Arthur M. Young, fue el diseñador del helicóptero Bell que estaba a punto de emplearse masivamente en Vietnam.

Ruth Paine –separada de su marido pero en comunicación con él- dio habitación a Oswald en Irving, Dallas, en septiembre de 1963. Justo después -16 de octubre- le consiguió el empleo de acomodador en el edificio del Depósito de Libros –edificio en poder de de David Byrd, del Dallas Petroleum Club –lugar desde el cual, el 22 de noviembre, ocurrieron los disparos –no todos.

La idea de comparar el caso Kennedy con el caso Trump no es para «afirmar que se trató de un complot en los dos casos», lo cual sería estúpido a estas alturas. No es «afirmar». Pero sería tan estúpido afirmar que se trató de un complot antes de investigarlo, como no investigar si en realidad lo fue – en cuyo caso también sería inmoral.

La comparación es para establecer el concepto de que el punto de ubicación del tirador es importante. ¿Cómo llegó el tirador a ahí? ¿Alguien le ayudó a estar ahí, o llegó solo?

¿Acaso el joven Thomas por sí solo hizo la travesura de meterse al complejo con un arma AR-15 violando la seguridad? ¿Cómo llegó al techo; utilizó una escalera metálica; qué hacía el guardia de turno?

¿Qué es la fábrica a la que pertenece el Techo Norte?

Por si los investigadores no investigan, uno tiene que hacerlo. La fábrica en cuestión se llama AGR International, dirigida por su CEO Henry Dimmick Jr. –un individuo de corte “explorer”, “sports-man”, adicto al ciclismo y al parecer genio de la tecnología del vidrio.

AGR significa “American Glass Research”. Se fundó en 1927 como “Preston Laboratories” por el Doctor Frank Preston, para ser un centro de investigación avanzado sobre la resistencia del vidrio a la presión externa – para crear vidrios de alto poder.

Henry Dimmick debe ser sin duda una persona sensacional, absolutamente inocente de cualquier plan conspirador –como por ejemplo el atentado del sábado-, pero si yo fuera el director del FBI, iría a entrevistarme con él para saber con quién se juntó en las últimas semanas – y le mencionaría que necesita reforzar la seguridad de sus instalaciones de cristales de alto poder, pues un chico se subió al techo para disparar.

Piedra a voltear 2: el Equipo de Tiro de la Preparatoria

¿Con quién iría si estuviera investigando un atentado? Respuesta: al centro donde el “tirador solitario” se capacitó para saber disparar.

Es interesante que en su testimonio, Frederick Mach, capitán del Equipo de Tiro de la preparatoria de Thomas –que coincide con el testimonio del compañero escolar Jameson Myers-, dijera que Thomas fue expulsado del equipo porque «tenía mala puntería”.

En realidad su puntería es envidiable para cualquier estudiante de preparatoria. Aunque erró el tiro, los expertos que han sido entrevistados dicen que atinar a un objetivo a 130 metros es más o menos el requisito para calificar en las pruebas avanzadas en el Ejército de los Estados Unidos, para ser soldado.

Y resulta que el Equipo de Tiro de la Preparatoria Bethel Park – Bethel Park High School (BPHS) Rifle Team, tiene bastante prestigio a nivel estatal. El propio Freddy Mach tuvo una calificación notable en el campeonato estatal del llamado “WPIAL Rifle Championship” – Western Pennsylvania Interscholastic Athletic League-, con un score de 200-18x, sólo por debajo del campeón Riley Dunn.

(Si yo fuera el agente del FBI, tal vez iría a visitar al coach del BPHS Rifle Team, Jude Dressler, y le preguntaría si alguien en algún momento lo visitó para preguntarle sobre cualquier inadaptado o víctima de bullying en sus bases de datos de aspirantes a tirador, que tuviera buen performance.)

Podemos verlo al revés. Imagina que tú fueras la mente detrás de un intento de asesinato. ¿Qué necesitarías? Primero: un buen tirador. Segundo: que ese tirador sea también un sujeto con antecedentes de violencia y desequilibrio mental, que pueda fácilmente ser tipificado como “desadaptado” o “loco solitario”.

¿Cómo seleccionarlo? Una forma sería recurriendo a las bases de datos de las escuelas de tiro.

¿Cómo escoger a un desadaptado, con antecedentes de bullying, que pueda pasar por “tirador solitario”, a partir de las bases de datos de las escuelas de tiro?
Resulta que a alguien se le ocurrió que las secundarias y preparatorias de los Estados Unidos –sin importar el historial de horror de tiroteos en ese país- se volvieran centros de capacitación para francotirafores futuros.

Así es. Por increíble que parezca, alguien promovió que las escuelas preparatorias de los Estados Unidos se volvieran escuelas de tiro, para forjar tiradores profesionales de entre los estudiantes adolescentes. ¿A quién podría habérsele ocurrido semejante idea?

En 2015 había ya al menos 9,245 estudiantes de secundaria y preparatoria metidos en estos “equipos de tiro”. ¡En sus propias escuelas les enseñaban a disparar con rifle de alto poder! –sugiero al lector que busque en internet las fotos de estos estudiantes empuñando sus armas.

Estos “Rifle Teams” comenzaron a organizarse en una liga llamada “USA High School Clay Target League”. Estas actividades, como es de esperar, recibieron apoyo económico por parte de la muy activa NRA –National Rifle Association – Asociación Nacional del Rifle-. La NRA aportó por lo menos cuatro millones de dólares “en cash”, además de equipo –los propios rifles-, con el objeto de promocionar el amor al rifle a nivel nacional entre estudiantes de secundaria y preparatoria.

Para 2018, ya participaban 20 estados y 804 equipos de rifle: un total de 21,917 jovenes capacitados como francotiradores potenciales –todos ellos menores de veinte años de edad.

La activista anti-armas Linda Rosenthal dice al respecto: “Nada que haga la NRA es bueno para la sociedad […] Sólo están propagando el uso de armas”. Rosenthal está proponiendo leyes para prohibir que se formen más de estos equipos en las escuelas. Dice: “Si un papá quiere enseñarle armamentos a sus hijos, eso es una cosa. Pero las escuelas son para aprender, no lugares para volverse el acribillador del mañana”.

Hoy son ya cincuenta mil integrantes.
Desde luego, estos enormes listados de alumnos de preparatorianos capacitados para –en su caso matar-, son al final bases de datos.

Ahí se establece si el alumno es de bajas o altas calificaciones, si es sociable o retraído, etc. Esas bases de datos son el lugar perfecto para ir a buscar un perfecto perfil de “tirador solitario” al estilo de Lee Harvey Oswald, Sirhan Sirhan, Mario Aburto o John Hinckley Jr.

Son el Semillero de Oswalds.

¿Quién pudo haber concebido la idea de forjar estos “Rifle Teams” en las secundarias de los Estados Unidos, con un grosso de 50 mil inscritos?

No lo vas a creer.

Post Data. El joven Thomas Matthew Crook, en sus ratos libres, cuidaba ancianos en el Asilo “Bethel Park Skilled Nursing and Rehabilitation”.

Leopoldo Mendívil López, autor de los best-sellers Secreto Azteca, Secreto Vaticano, Secreto Maximiliano, Secreto 1910, Secreto 1929, Secreto Biblia, Secreto Pemex – FOTOGRAFÍAS E IMÁGENES alusivas a esta columna en

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